En la actualidad, la industria de la belleza y la estética registraron un crecimiento sin precedentes, en particular en lo referido a los tratamientos de rejuvenecimiento facial, como el Botox y el ácido hialurónico. En buena medida, la popularidad de estos procedimientos creció empujada por la influencia de las celebridades, quienes en sus redes sociales tienen millones de seguidores. Kylie Jenner, Madonna, las hermanas Kim Kardashian, Sylvester Stallone, Nicole Kidman y Renée Zellweger son apenas algunos de los famosos que se transformaron en difusores de las bondades de la industria de la belleza y sus posibilidades en edades cada vez más prematuras, porque cuando figuras tan públicas comentan sobre los procedimiento estéticos que utilizaron el impacto se multiplca. De pronto, su rostro y su cuerpo se convierten en un objeto aspiracional para cientos de miles de admiradores y, así los tratamientos se posicionan con rapidez.
Entre los tratamientos más difundidos figuran el Botox y el ácido hialurónico. El Botox, una forma de toxina botulínica, conocido por su capacidad para atenuar las líneas de expresión y arrugas faciales. El ácido hialurónico, una sustancia presente en el cuerpo humano, es utilizado para restaurar el volumen facial y corregir imperfecciones.
En el afán por alcanzar la perfección, un tratamiento ganó terreno:“Pillow Face” (cuya traducción al español significa “cara de almohada”). Esta expresión hace referencia al resultado poco natural que deja en algunos pacientes tras someterse a múltiples intervenciones estéticas. En busca de la eterna juventud, muchas personas terminan con rostros sobrecargados de sustancias que causan una apariencia inflada. Esta tendencia desató críticas y advertencias por parte de expertos en salud y belleza, quienes señalan las consecuencias negativas de someterse a un exceso de tratamientos.
“Pillow face”: detección y riesgos
Aunque la industria estética ofrece tratamientos relativamente seguros cuando son realizados por profesionales debidamente capacitados, el abuso puede desencadenar consecuencias para la salud, la autoestima y la imagen personal.
En redes abundan los testimonios de personas que experimentaron dificultades por exceso de procedimientos estéticos. Pacientes insatisfechos, con resultados poco auténticos o incluso con complicaciones médicas, se resignan a compartir sus experiencias negativas en diferentes medios de comunicación. Sin embargo, el lado positivo de sus comentarios es que sirven para recordar la importancia de la moderación y la responsabilidad en la búsqueda de la belleza y el rejuvenecimiento facial.
Síntomas más recurrentes del “pillow face” son:
- Aspecto poco natural: El principal problema del “Pillow Face” es que el rostro puede lucir hinchado y desproporcionado. En vez de lograr una apariencia rejuvenecida y natural, los pacientes pueden presentar un aspecto inflado y poco auténtico.
- Pérdida de expresividad facial: El abuso de rellenos dérmicos puede limitar la movilidad facial y, en ocasiones, llevar a una pérdida de expresiones faciales normales, cuando se inyectan grandes cantidades en áreas inapropiadas. Puede provocar una parálisis temporal de los músculos faciales.
- Acumulación de líquido: El uso excesivo de ácido hialurónico puede provocar una acumulación de líquido en ciertas áreas de la cara y ocasionar una apariencia poco natural. Esto puede ser más notorio en pómulos o los labios.
- Asimetría facial: Un exceso de relleno puede llevar a la asimetría facial. Esto puede deberse a una administración desigual de los productos, así como a reacciones individuales del organismo.
- Infecciones e inflamación: En algunos casos, el exceso de procedimientos estéticos puede aumentar el riesgo de infecciones o inflamación en el área tratada. Estas complicaciones pueden requerir atención médica.
- Reacciones alérgicas: Aunque el ácido hialurónico es generalmente seguro, algunas personas pueden tener reacciones alérgicas, manifestadas como hinchazón, enrojecimiento o picazón en la zona tratada.
- Desplazamiento de los rellenos: En algunos casos, los rellenos dérmicos pueden moverse de su posición original, especialmente si no se inyectan adecuadamente. En ese caso, el resultado será insatisfactorio y requerirá correcciones.
- Daño a los tejidos: Un uso excesivo y repetido de rellenos dérmicos puede dañar los tejidos subyacentes de la piel, que puede afectar la elasticidad y firmeza de la piel.
En lo sucesivo, agrega que el pillow face tampoco es consecuencia de la edad. “Se debe más a un exceso de material inyectado. Lo que sucede es que en las personas adultas y en su desesperación por mantenerse jóvenes, comienzan a superponer tratamientos para disimular los signos de envejecimiento naturales”, dice la especialista. Por último añade: “Muchas veces los profesionales debemos aprender a decir que no frente a la demanda desproporcionada del paciente que viene a una consulta con expectativas exageradas”.
En definitiva, el auge de los tratamientos de belleza aumentó en gran medida por la exposición mediática y la presión de los estándares de belleza que imperan en la sociedad. No obstante, es importante recordar que la belleza auténtica radica en la individualidad. Los procedimientos pueden brindar resultados positivos sólo son realizados adecuadamente.
La toma de decisiones debidamente informadas y la consulta con profesionales capacitados son fundamentales para evitar el “Pillow Face” y lograr una imagen estética tan armoniosa como saludable.