La Raquel: la historia del castillo francés de la Ruta 2 emparentado con Felicitas Guerrero

Desde la Ruta 2, puede verse a lo lejos, esa magnífica construcción que, además de belleza, está atravesada por una historia trágica. Se trata del Castillo La Raquel que perteneció a los Guerrero, una de las familias más poderosas y ricas de la Argentina, un linaje atravesado por la tragedia que culminó con el femicidio de su hija Felicitas.

El castillo está ubicado en el partido de Castelli, kilómetro 168 de la Autovía 2 que une la Ciudad de Buenos Aires con la Costa Atlántica bonaerense. La primera propietaria de esos campos fue la viuda de Martín de Álzaga, un importante terrateniente del Siglo XIX que heredó las tierras de su padre, el Gral. Félix de Álzaga. La historia de Felicitas es conocida por el dramático desenlace. ya que fue asesinada por su condición de mujer.

 

 

Felicitas tuvo que casarse con Álzaga en un matrimonio convenido. El compromiso se realizó en el Club El Progreso. Una vez casados, la pareja se instaló en una impresionante mansión construida en la “Quinta de los Álzaga”, hoy Plaza Colombia, del barrio de Barracas. El matrimonio tuvo dos varones que murieron, uno por el brote de fiebre amarilla y el segundo poco después de nacer. Martin de Álzaga no pudo soportar las tristes noticias y así fue como Felicitas se convirtió en una joven y rica viuda.

 

 

A pesar del dolor, Felicitas debía atender sus campos, así fue como en un viaje a la estancia “La Postrera”, ubicada a orillas del Salado, su carruaje se atascó durante una fuerte tormenta. Entonces, el dueño de una estancia cercana le ofreció ayuda y así nació un amor correspondido que pronto se convirtió en compromiso. El joven era Samuel Saénz Valiente.

El 29 de enero de 1872, la mansión de Barracas estaba lista para una fiesta, sin embargo, la llegada de Enrique Ocampo cambió el curso de la historia. Ocampo, que en el futuro sería el tío abuelo de las escritoras Victoria y Silvina Ocampo, imprescindibles figuras de la historia de los derechos de las mujeres en el país, pretendía el amor de Felicitas a pesar de ser rechazado. Ocampo insistió para ver a solas a quién se conocía como “la mujer más bella de la Argentina”. Felicitas estaba acompañada por su amiga Albina Casares y sus parientes Bernabé Demaría, su hijo Cristian y su esposa Tránsito, pero luego de saludar a su prometido y a los invitados, se dirigió al encuentro de Ocampo y se negó a ir acompañada. Los Demaría y su amiga aguardaban detrás de la puerta pero la conversación terminó mal: cuando la joven le exigió a Ocampo que no volviese, él sacó un revólver y disparó. Bernabé y Cristian Demaría entraron y encontraron a Felicitas moribunda. Tabaleando, logró salir al pasillo y se desplomó, mientras le suplicaba a su prometido, Sáenz Valiente: “Me muero, no me abandone en este instante”.

 

 

La joven Felicitas pasó por una agonía de varias horas pero murió el 30 de enero de 1872. Fue velada en la casa familiar en San Telmo y luego sepultada en el Cementerio de la Recoleta. La última ironía del destino quiso que su cortejo fúnebre coincidiera con el de su asesino al entrar a la necrópolis.

Respecto del femicida, una versión dice que Ocampo se suicidó, mientras que otros sostienen que el agresor fue muerto por el primo de Felicitas. Sin embargo, la versión oficial fue escrita por el juez Ángel Justiniano Carranza, quién dictaminó que Ocampo se había suicidado y cerró el caso.

 

 

Sin descendencia, los herederos de Felicitas fueron sus padres. Años más tarde, los diez hermanos menores de Felicitas heredaron su fortuna: campos, propiedades y kilómetros de playas y médanos costeros. Eran miles de hectáreas entre la zona del río Salado y General Madariaga que fueron repartidas entre sus hermanos, pero fue Manuel Justo Guerrero (1858-1931), quién recibió esas tierras en las que, más tarde, construyó “La Raquel”, el castillo dedicado a su esposa Raquel Valeria Benita Cárdenas Cueto. El chalet de estilo francés data de 1894 y la torre que todos miramos desde la ruta se edificó en 1905. Aunque el espíritu de Felicitas sobrevuela el lugar, la joven nunca conoció “la Raquel”, ese castillo que deja ver el Río Salado, las grandes extensiones de tierra y las hermosas puestas de sol de la pampa húmeda.

La hija de Raquel Cárdenas y Manuel, Valeria Guerrero de Russo, dedicó su vida al campo y fue quién a mediados de los años setenta creó la fundación para que el establecimiento sirviera de marco a actividades culturales, al turismo y también a la difusión de la labor rural.

 

 

El gran parque fue diseñado por el paisajista danés Frederik Forkel, tiene un bosque con múltiples especies clasificadas. Se trata de un parque sostenible, cuyas especies centenarias no necesitan grandes cuidados para su supervivencia. Con diferentes densidades arbóreas, el espacio verde de La Raquel no sólo le brinda al visitante amparo climático, sino incomparables vistas que se destacan en las cuatro estaciones con sus colores.

Tras la muerte de Valeria, su sobrina Cecilia Guerrero y su esposo Juan Pablo Russo son los encargados de continuar el legado y estrechar el compromiso con la comunidad, a través de acciones solidarias. Para dar inicio a esta nueva etapa, hubo una gran puesta a punto. Así, renovada La Raquel volvió a funcionar y ofrecer algunos eventos en su gran predio en el exterior, así como visitas guiadas y días de campo.