El café secreto dentro de un emblemático edificio porteño, que frecuentaban Borges y Cortázar eran habitués

En un edificio de los años 40 del Barrio de Belgrano donde funcionaba un restaurante. Ahora, se recuperó el lugar y abrió las puertas un bar que ofrece un entorno botánico único.

En un edificio atípico de Buenos Aires, ejemplo destacado de la arquitectura moderna al estilo Le Corbusier, un café se esconde emplazado en su gran jardín. Bautizado como Los Eucaliptos, el edificio fue diseñado por los arquitectos argentinos Juan Kurchan y Jorge Ferrari Hardoy (conocidos por el sillón BKF, el cual se incluían en la compra de alguno de los departamentos), discípulos del arquitecto suizo.

Ubicado en la calle Virrey del Pino en el barrio de Belgrano, su construcción comenzó en la década de 1940 y se destacó por su enfoque pionero en lo que hoy conocemos como “amenities”: un salón de lectura, un restaurante y un lavadero de uso común para los propietarios, algo casi desconocido en la época para edificios de alto nivel.

Otra particularidad para su época fue que durante la etapa de obra y debido a la escasez de acero destinado a la industria bélica durante la Segunda Guerra Mundial, la construcción de Los Eucaliptos no pudo seguir el plan original de los arquitectos. En su lugar, se utilizó madera y se incorporaron elementos de color en la fachada con azulejos y venecitas, un enfoque inusual para la arquitectura de la época.

Pero lo que hace que Los Eucaliptos sea verdaderamente único es su ubicación en el centro de la manzana, rodeado por un anillo verdeque sirve como un aislante acústico natural, conservando de esta manera también los tres eucaliptus preexistentes. Además, el edificio se construyó al fondo del terreno, con todas las unidades orientadas hacia el jardín frontal.

 

 

 

Con un total de 29 departamentos, ofrece desde estudios hasta dúplex y algunos incluso conservan el mobiliario diseñado por los arquitectos. Uno de ellos es un dos ambientes de 33 metros cuadrados que se vende por US$2233/m², además de incluir beneficios como la exención del impuesto inmobiliario ABL por su condición de patrimonio histórico.

La visión inicial del edificio, que incluía la creación de dos cuerpos formando una L y un garaje subterráneo bajo un amplio jardín de juegos para chicos, quedó incompleta debido a la falta de fondos. A pesar de ello, se logró construir un restaurante exclusivo para los residentes, que se convirtió en una parte esencial de la historia de este edificio emblemático.

El restaurante se concesionó en la década de 1950 y desde entonces siempre funcionó como un lugar dedicado a propuestas gastronómicas, comenzando con la Cervecería López, donde era común ver a figuras literarias como Jorge Luis Borges y Julio Cortázar, hasta la época de Winter Garden en los años 60.

 

El lugar tiene capacidad para albergar a 80 personas.
El lugar tiene capacidad para albergar a 80 personas.Santiago Cichero/AFV

 

Sin embargo, su mantenimiento resultaba costoso para los residentes y se incluía en las expensas, por lo que dejó de funcionar. Pasó de mano en mano y, lamentablemente, el último concesionario, un restaurante de origen japonés, dejó el lugar en un muy mal estado. Los daños eran evidentes: los pisos originales habían sido cubiertos y los techos y ventanales estaban revestidos con durlock. “Nos dimos cuenta de que teníamos que hacer una obra interesante. Fue una tarea costosa, pero contratamos a un equipo de restauradores y logramos devolverle su encanto original”, asegura Franceschelli.

 

Se utilizó madera en vez de acero y se incorporaron elementos de color en la fachada con azulejos y venecitas.
Se utilizó madera en vez de acero y se incorporaron elementos de color en la fachada con azulejos y venecitas.

 

La cafetería, ubicada en un edificio histórico, está impregnada de un predominante tono verde, tanto en su interior como en su exterior. Las planta adornan las paredes y las lámparas, creando una atmósfera botánica inconfundible que envuelve a los visitantes desde el momento en que cruzan la puerta hasta el rincón más alejado del local. Con una capacidad para albergar a 80 personas, estas características son las que lo distinguen de otros establecimientos en Belgrano donde la mayoría se limita a espacios reducidos con tres paredes y una vitrina.

A las 7:30 a.m., hora de apertura, Santa Roseta se convierte en el punto de encuentro entre quienes se dirigen a sus trabajos por la mañana. Este patrón se repite por la tarde, cuando los trabajadores regresan a casa y se deleitan con opciones gastronómicas que incluyen tostadas con huevo y panceta o su especialidad: el avocado toast. Además de estas opciones matutinas y vespertinas, el lugar ofrece una variada selección de vinos y aperitivos para aquellos que deseen algo más que café.

 

 

 

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