El bar de Retiro que mantiene la estética y gana fama entre los turistas con su clásico sándwich de lomito

El bar "El Socorro" está ubicado justo enfrente de la Basílica de Nuestra Señora del Socorro. Es un clásico del barrio por sus sándwiches, medialunas y flanes. Hoy, además de los habitués del barrio, "El Socorro" convoca a los turistas extranjeros que visitan Buenos Aires.

 

En el corazón del barrio Retiro hay un barcito que recuerda otras épocas de Buenos Aires. Está justo enfrente a la Basílica de Nuestra Señora del Socorro y lleva precisamente el nombre que supo tener aquella zona hasta el siglo XX: “El Socorro”. Aunque los parroquianos, que todos los días frecuentan sus mesas de fórmica y mármol, prefieren decirlo en diminutivo: “El Socorrito”. Desde 1988 se mantiene intacto al paso de los años y es aclamado por sus sándwiches. El de lomito completo con papas fritas tiene fama mundial: todos los días se acercan turistas de todas partes a probar esta especialidad entre dos panes.

Barra de madera y música clásica

 

El mobiliario del bar está igual que en la apertura, la idea es mantener el estilo de entonces
      El mobiliario del bar está igual que en la apertura, la idea es mantener el            estilo / DIEGO SPIVACOW / AFV

 

El sol primaveral se cuela por los enormes ventanales con vidrio repartido. La tarde está cayendo y el salón del café, ubicado en la esquina de Juncal y Suipacha, está repleto. De fondo, se oye música clásica. En la alargada barra de madera con taburetes de cuerina hay habitués bebiendo cerveza con triolet. Otros disfrutan del té con delicadas confituras artesanales: pasta frola, Selva negra, Bay Biscuit o sopa inglesa, todo un clásico de la casa. En las mesas, conversan de temas diversos: desde política hasta de las despedidas de fin de año. Leen el diario, pasan revista y se inspiran a estudiar y dibujar. Este es el caso de un vecino que se ubicó cerca de la puerta principal y realiza bocetos de edificios, con distintos lápices de colores, en su cuaderno.

 

Las paredes de El Socorro son testigo de encuentros, despedidas, anécdotas, amores y desamores.
      Las paredes de El Socorro son testigo de encuentros, despedidas,                              anécdotas, amores y desamores.DIEGO SPIVACOW / AFV

 

El Socorro es un refugio repleto de historia: sus paredes son testigo de encuentros, despedidas, anécdotas, amores y desamores. Al traspasar el umbral el tiempo pasa más lento. Uno de los rituales preferidos de los comensales es sentarse a oír las campanas del templo de enfrente, que suenan a cada hora en punto. Hacen vibrar el cuerpo.

 

El nombre surgió por estar en frente a la Iglesia del Socorro.
        El nombre surgió por estar en frente a la Iglesia del Socorro.DIEGO                         SPIVACOW / AFV

 

“Aquí antiguamente había una concesionaria de autos. Cuando el dueño del bar, Eduardo Castelfranco, estaba en obra descubrió que debajo de estos paneles de madera había propagandas de automóviles”, cuenta Carlos Gómez, el encargado del turno de mañana, quien arrancó a trabajar en 1996. Dice que desde su apertura mantiene la misma estética: madera, lámparas con boiserie, mesas de mármol y en las paredes cuadros con barcos y de la fisionomía del barrio en 1875, con la Iglesia del Socorro y sus alrededores. “Esto hace al lugar único. Es como un viaje a otros tiempos de la ciudad. Muchos nos felicitan por mantener la tradición y la música clásica. Acá se escucha Mozart, Beethoven, entre otros. Es un lugar para relajarse y pasarla bien. Disfrutar”, agrega, mientras nos enseña un plato, que está colgado en una de las paredes. Tiene tres rostros en color dorado y se los pintó la artista Marta Minujín, una habitué. En la dedicatoria que data del año 1994 dice: “El arte es un modo que tiene el hombre de rescatar su propia grandeza oculta”.

Entre tantas anécdotas que atesora el bar, Carlos cuenta una que los enorgullece: cada 15 de abril, desde 1999, allí festejan “El Día del Parroquiano”. “Es un reconocimiento que nos hicieron varios habitués del barrio. Destacan la atención de los propietarios, barmans, mozos y ayudantes. Porque siempre estamos gustosos de escuchar tanto las alegrías como las penas. Nos puso muy contentos”, dice, sonriente, y nos enseña el cuadrito con semejante distinción. Además, admite que por su cercanía a la parroquia es un punto de encuentro de los devotos tanto antes como después de la Misa. “En la mesita de la esquina se junta un grupito de señores mayores todos los domingos a leer Salmos”, agrega.

 

Desde Félix Luna, Víctor Laplace, Sergio Denis, Luis Brandoni, el ex jugador de fútbol Alfredo Rojas, mejor conocido como “El Tanque”, la cocinera María Adela Baldi, Leonor Benedetto hasta Patricia Sosa, probaron la carta de este bar.
Desde Félix Luna, Víctor Laplace, Sergio Denis, Luis Brandoni, Alfredo “El Tanque” Rojas, la cocinera María Adela Baldi, Leonor Benedetto y Patricia Sosa, probaron la carta de este bar.DIEGO SPIVACOW / AFV

 

Martín o mejor conocido como “El señor Manzanita”, por su fanatismo a este dulce hojaldrado, está ubicado en la mesa más escondida del salón. Es un lugar súper reservado. “Es mi oficina”, asegura, entre risas, mientras bebe su café. Y enseguida confiesa que le gusta la estética y el ambiente. “Si no paso por lo menos una vez por el bar me siento mal. Es un ancla para mí. Siempre hay variedad de diarios, buena música. Es un lugar de refugio. El bar refleja al barrio como público. A través de los años no cambió en nada y somos siempre los mismos”. Como él son varios los que pasan a diario a disfrutar de sus platos preferidos o simplemente pasar un buen rato. También se han acodado en sus mesas varias personalidades de la política, espectáculo, arte e intelectuales. Desde Félix Luna, Víctor Laplace, Sergio Denis, Luis Brandoni, el ex jugador de fútbol Alfredo Rojas, mejor conocido como “El Tanque”, la cocinera María Adela Baldi, Leonor Benedetto hasta Patricia Sosa.

 

SOC - Bar El socorro. Buenos Aires, 08-11-2023
       Bar El socorro. Buenos Aires, 08-11-2023DIEGO SPIVACOW / AFV

 

Sobre la barra hay variedad de pastelería artesanal: Bay Biscuit, palmeritas, alfajores, pasta frola, brioche, scon. Clásicos porteños de todos los tiempos. A diario, los elaboran Walter, Eduardo y Raúl, empleados históricos que se saben las recetas de memoria. “Es todo casero. También son muy demandadas la torta de manzana, Selva Negra y el Brazo Gitano con crema pastelera o dulce de leche”, asegura Walter Tisera, el encargado de la noche, quien ingresó a trabajar en el café en 1991.

 

“Si no paso por lo menos una vez por el bar me siento mal. Es un ancla para mí. Siempre hay variedad de diarios, buena música. Es un lugar de refugio", dice Martín (uno de los habitués)
“Si no paso al menos una vez  me siento mal. Es un ancla Siempre hay diarios, buena música. Es un refugio», dice Martín, habitués / DIEGO SPIVACOW / AFV

La fama de los sándwiches

Los sándwiches merecen una mención aparte. Hay de miga y los llamados especiales con jamón crudo; cocido y tomate; de pollo y el clásico de jamón y queso. El cliente puede elegir entre los diferentes panes: francés, pebete, árabe o integral.

Aunque el más codiciado es el lomito: tiene adeptos por todo el barrio y su fama traspasó fronteras. “Es el más emblemático de la casa. Siempre se preparan en el momento y con la mejor materia prima. El lomo sale bien tierno, no está muy machado o “como un chicle”, que es imposible comerlo”, dice Walter. El completo con jamón, queso, lechuga y tomate, con pan tostado y acompañado con papas fritas es un elixir a la hora del almuerzo: sacia el hambre de los oficinistas y vecinos. En el último tiempo, por “el boca a boca” también se han acercado a saborearlo turistas de todas partes del globo: Brasil, Uruguay, Italia, Puerto Rico, Estados Unidos, entre otros.

 

Los sándwiches de lomito tienen fama mundial y ya lo piden los turistas
      Los famosos sándwiches de lomito /DIEGO SPIVACOW / AFV

 

“Las cosas cambian: las modas, la comida y las costumbres, pero este bar se mantiene igual”, remata Walter y saluda a señoras mayores de más de 80 años que acaban de ingresar al salón. Se ubicaron en una mesita frente a la ventana. Eduardo, uno de los camareros, les acomoda sus sillas. “Señoritas, ¿Qué les traigo? ¿Los whiskies de siempre con hielo?”, les consulta. Ellas asienten con la cabeza y se ponen a conversar. Son las seis de la tarde y las campanas de la parroquia comienzan a sonar anunciando una nueva hora.

 

SOC - Bar El socorro. Buenos Aires, 08-11-2023
         Bar El socorro. Buenos Aires, 08-11-2023 / DIEGO SPIVACOW / AFV

 

Fuente: Agustina Canaparo, La Nación

 

 

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