Concordia: el destino de termas y naturaleza que inspiró El Principito y hoy es “Lado B” de la brecha cambiaria
Considerada la “capital nacional de la citricultura”, Concordia es también la sede de la Central Hidroeléctrica Binacional Salto Grande, la represa inaugurada en 1979 y uno de los destinos de termas más solicitados. Además, es la ciudad en la que se construyó el Castillo de San Carlos, génesis del clásico del francés Antoine de Saint-Exupéry. Hoy, es la ciudad elegida por miles de turistas uruguayos que aprovechan la coyuntura cambiaria.
Recostada sobre el Río Uruguay, se extiende la ciudad de Concordia, ciudad de termas, destino perfecto para la práctica de deportes de agua y para la pesca, el avistaje de fauna y flora, pero tocada por la “varita mágica del destino”, que la convirtió en fuente de inspiración de uno de los libros emblemáticos del Siglo XX. El castillo con el que todo comenzó está ubicado en el predio del gran Parque San Carlos, que los locales usan para el esparcimiento y el ejercicio. Sin embargo, ese gran pulmón verde es, además, un sitio histórico que esconde una larga y maravillosa página. En ese castillo se hospedó el escritor Antoine de Saint-Exupéry y sirvió de inspiración para la creación de El Principito, la obra más conocida del francés. Sin embargo, el castillo se construyó mucho antes de que el escritor aterrizara forzosamente en los campos que rodeaban la propiedad. Ubicado a unos pocos minutos del centro de la ciudad, sus 80 hectáreas de lomadas sobre las costas del río Uruguay albergan las ruinas de la vieja y misteriosa mansión puesta en valor en 2013.
Todo comenzó con la llegada a Concordia de Charles Édouard Demachy (1857-1927), el excéntrico millonario que mandó construir el castillo. Muchas crónicas lo describen como la “oveja negra de una millonaria familia francesa” que, tras casarse con una “bailarina de dudosa fama”, se embarcó hacia Sudamérica en el “Hippolyte”, barco de su propiedad cuyo nombre homenajeaba a la ópera “Hippolyte et Aricie”, de Jean-Philippe Rameau. Si vino por decisión propia o fue enviado a vigilar los negocios familiares en tierras entrerrianas es un misterio sin respuesta pero lo importante es que vino y encargó una faraónica construcción que se realizó en tiempo récord.
Los Demachy, es decir Charles, su esposa Yolande y el hijo en común de la pareja, desembarcaron en Concordia en 1886. Llagaron con baúles y maletas y se instalaron en el mejor hotel de la ciudad. Luego alquilaron una casa, mientras un nutrido grupo de obreros construía el castillo estilo Luis XV. En 1888, la familia se instaló en esa joya que lucía hierro de Inglaterra, maderas de Alemania, mármoles italianos, arañas de cristal y terciopelos de Francia. El aporte local fue la piedra lavada, extraída de las costas del río, que se usó para revestir el exterior. La casa contaba con destacados avances en materia de confort: iluminación a gas (distribuida por cañerías), sistema de agua corriente, sanitarios móviles y una gran cocina ubicada a 260 metros del edificio principal (para evitar que los olores contaminaran los 27 ambientes. A todo lujo, la familia vivió en el Castillo San Carlos hasta que un domingo de octubre de 1891 se fueron como llegaron, en medio del misterio.
La casona quedó abandonada y pasó por diferentes manos privadas y públicas, desde acaudaladas familias a la Sociedad Rural de Concordia y a la Municipalidad de Concordia. Fueron décadas en los que se sucedieron los años habitados, el abandono, incendios e historias fantasmagóricas que alimentaron la leyenda. Sin embargo, bajo su techo habitó una familia que enlazó el destino del castillo con el del piloto y escritor Antoine de Saint-Exupéry. El francés piloteaba su avión de la Aeropostal con rumbo a Paraguay en 1929, cuando un desperfecto en el motor lo obligó a realizar un aterrizaje forzoso que causó un infernal ruido en medio de las extensiones de esas selvas en galería y playas al borde del río Uruguay. Rápidamente, las hermanas Susana (de 12 años) y Edda Fuchs Valon (de 18 años), hijas de Jorge y Suzanne, el matrimonio de inmigrantes franceses que residían en la mansión se acercaron a socorrer al piloto sin imaginar el vínculo que los uniría de allí en más.
Sano y salvo tras la caída, Antoine de Saint-Exupéryse instaló en el céntrico hotel “Colón” (en el que también se alojó Carlos Gardel) pero visitó con frecuencia durante los siguientes meses a sus compatriotas y anfitriones. Lo hacía con gusto por la afinidad que había desarrollado con la familia, por la curiosidad que le despertaban las hermanas y su amorosa relación con el entorno, así como por la cierta añoranza que, admitiría años después, esa casona que le recordaba su infancia en Saint Maurice de Rémens.
Primero Saint-Exupéry y más tarde los Fuchs Valon dejaron el castillo. Sobrevinieron años de vandalismo y olvido pero la mansión recuperó buena parte de su esplendor, cuando se decidió que el Castillo San Carlos fuera objeto de un trabajo de puesta en valor en 2014. Hoy, las viejas paredes de piedra lucen rodeadas por pasarelas, rampas y escaleras que permiten recorrer los ambientes e imaginar los lujos de los Demachy y la amistad entre el piloto y las “princesitas argentinas”.
Las otras atracciones de Concordia
Más allá del Castillo de El Principito, Concordia ofrece bondades para la pesca del río, fiestas populares como la Fiesta Nacional de la Citricultura (que se realizará del 8 al 10 de diciembre), termas y parques acuáticos y, por supuesto, carnavales. En enero y febrero se celebra el carnaval, con la participación de 4 comparsas, 1.500 integrantes y más de 20 mil personas todas las noches involucradas en los festejos. Además de la variada gastronomía urbana, los días de campo en los establecimientos rurales, Concordia se perfila como un destino convocante para jóvenes, con buena vida nocturna, y propuestas tan diversas como la que se anuncia para fin de noviembre, cuando la ciudad será sede del encuentro nacional de Motorhome y Casas rodantes. Los días 25, 26 y 27 de Noviembre se desarrollará en el Camping Las Palmeras del Lago Salto Grande de Concordia.
Por supuesto, una visita obligada lleva a los visitantes a tan solo 18km del Centro de Concordia. Allí se encuentra la Represa de Salto Grande, impactante obra binacional formada por una presa central de hormigón y dos presas de tierra que requirió para su construcción unas 60.000 toneladas de hierro y 1.500.000 m3 de hormigón, equivalente a la construcción de 1.000 edificios de treinta pisos de altura.
“Lado B” de la brecha cambiaria: Argentina busca en Uruguay más turistas a mitad de precio
Tras detectar un aumento de la afluencia, operadores turísticos del litoral argentino llegan hasta Montevideo para ofrecer un destino alternativo a Buenos Aires. Uno de los casos emblemáticos es Concordia, la ciudad entrerriana unido con Salto, el destino termal del Uruguay. Durante los fines de semana largos uruguayos, el cruce de frontera es masivo y buena parte de las 3.000 plazas para alojamiento turístico de Concordia se ocupa con visitantes que cruzan el Río Uruguay. La buena coyuntura cambiaria hizo que a Concordia no sólo lleguen los vecinos de la orilla de enfrente, sino también un volumen creciente de montevideanos.
Las cifras indican que el 40% de los uruguayos que visitó Concordia venía de Montevideo, razón por la que a fines de octubre y en la embajada argentina en la capital uruguaya se programó un encuentro entre operadores turísticos y autoridades del sector turístico de Concordia.