Una película palestina ganó en Mar del Plata

Por segundo año consecutivo, el Astor de Oro fue para un filme dirigido por una mujer. No hubo gala, en solidaridad con los familiares de los marinos del ARA San Juan.

Con el mar de fondo, se entregaron los premios de la 32ª edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Con motivo de la desaparición del submarino ARA San Juan, la dirección del INCAA decidió suspender la tradicional ceremonia, tanto la alfombra roja, como la entrega de premios en la sala principal del Teatro Auditorium. También se canceló el homenaje a Astor Piazzolla al cumplirse 25 años de su muerte. El mismo incluía la proyección de imágenes inéditas de la película Piazzola, tango nuevo, de Daniel Rosenfeld, y un recital a cargo del Quinteto Piazzolla.

Wajib fue la ganadora del premio principal, una película de la cineasta palestina Annemarie Jacir, quien en 2008 se convirtió en la primera mujer palestina en filmar un largometraje. La película es un diálogo entre dos generaciones y dos miradas políticas. El hijo, que vive en el exterior junto a la hija de un intelectual, funcionario de la OLP (Organización de Liberación Palestina). El padre, que debe vivir aceptando la dominación israelí en una ciudad donde ambas nacionalidades se reparten casi en mitades, reclama al hijo que vuelva a vivir a los territorios. La película asume un tono de comedia, donde la relación entre ambos está mediada, además, por las mujeres, las tradiciones y el vicio del cigarrillo, que ambos se ocultan.

 

Wajib
Wajib

 

Wajib apela a una narración cuidada y cálida sobre la cruda realidad de Palestina, enmarcada por la presencia de las fuerzas militares israelíes y la tensión generada entre los que se quedaron a resistir y quienes eligieron buscar una mejor vida en Europa.

Sin subrayados y sin emitir juicios sobre cada caso, ese conflicto se muestra a través de la relación entre Abu Shadi y Shadi, interpretados por Mohammad Bakri (quien ganó con justicia como mejor actor protagónico) y Saleh Bakri, que son padre e hijo en la vida real. Entre la comedia y el drama, surgirán las diferencias generacionales. Pero también, y quizá esto sea lo más jugoso, los puntos de encuentro entre un padre que ama Palestina y un hijo que no se olvida de sus raíces pero reside en Roma.

 

 

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La película ganadora de la Competencia Oficial Argentina es El azote de José Celestino Campusano. El realizador tiene una especial relación con este festival, donde viene presentando su obra desde Bosques, su primer mediometraje. Campusano ha logrado imponer su estilo directo, producido sobre la base de historias reales que recopila y que narra sin contar con actores profesionales y en los escenarios reales. Sus ficciones, salvo en el caso de Placer y martirio, se ubican en espacios marginales a las ciudades, y están protagonizadas por personajes atravesados por la violencia y el abandono del Estado y sus mecanismos de protección social.

El azote centra la historia en los altos de Bariloche, en un barrio donde la pobreza, los consumos, la promiscuidad y la violencia son parte de todas las relaciones sociales. Juan, el protagonista, es un trabajador social que lidera un equipo en un hogar de niños y jóvenes con problemas de violencia y delincuencia. Campusano relata la trama de ineficacias, corrupción, violencia institucional y familiar que cruza a esos niños, pero también al propio Juan, quien ve amenazado su propio trabajo por intereses y poderes. El trabajo con los niños y jóvenes es muy interesante y las historias personales que se cuentan son de una crudeza brutal, aunque Campusano sabe dosificarlas con inteligencia.

 

El Azote
El Azote

 

 

 

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