El ‘Juicio Final’ de Miguel Ángel listo para una monumental restauración en la Capilla Sixtina

El fresco será sometido a mantenimiento a comienzos de 2026, con andamios y expertos que trabajarán a contrarreloj para devolverle su esplendor antes de la Semana Santa.

El Juicio Final de Miguel Ángel, el imponente fresco que decora la pared principal de la Capilla Sixtina en el Vaticano, recibirá un mantenimiento extraordinario que se iniciará a comienzos de 2026 y se extederá varios meses, explicó a los medios vaticanos el nuevo director del Laboratorio de Restauración de Pinturas y Materiales de Madera de los Museos Vaticanos, Paolo Violini, que explicó que en los próximos meses se concluirá con la sala Fuego en el Borgo, para continuar con la total restauración de todas las salas de las Estancias de Rafael, incluidas en el recorrido de los Museos Vaticanos.

A partir de enero de 2026, el Laboratorio de Restauración afrontará el mayor de sus trabajos con las obras extraordinarias de mantenimiento del Juicio Final de Miguel Ángel. “Estas obras complementarán el mantenimiento regular, que se realiza anualmente con un elevador mecánico”, explicó Violini y agregó que ha sido necesario “debido al impacto que la gran cantidad de visitantes tiene en la conservación de los frescos más famosos del mundo”.

El mantenimiento busca preservar los
El mantenimiento busca preservar colores y detalles originales

“Deberíamos terminar en marzo, para despejar el muro antes de la Semana Santa”, señaló Violini. Durante los tres meses de trabajo, “se instalarán andamios que cubrirán todo el muro. Consistirán en una docena de plataformas de trabajo con elevador que, para reducir los tiempos de trabajo y evitar obstruir la vista del público, nos permitirá trabajar con hasta 10 o 12 personas simultáneamente y tener una experiencia cercana con la obra”, indicó.

El Juicio Final es un fresco monumental que Miguel Ángel pintó entre 1536 y 1541. Está ubicado en la pared del altar de la Capilla Sixtina en el Vaticano. La obra fue encargada por el papa Clemente VII y fue finalizada en el pontificado de Pablo III. El pintor dejó una visión del Apocalipsis, con cerca de 400 figuras en movimiento como representación de la resurrección de los muertos, el juicio de las almas y la condena o la salvación. Miguel Ángel empleó una composición dinámica, con figuras musculosas y expresivas que marcan un cambio respecto al arte renacentista clásico. El fresco generó controversia por la desnudez de los personajes y por su poderosa carga dramática.

El Juicio Final, pintado entre
El Juicio Final, pintado entre 1536 y 1541, una de las obras emblemáticas del Renacimiento
Una característica destacada de El Juicio Final es la centralidad de la figura de Cristo, que aparece representado como un juez  rodeado de santos y mártires. A su derecha se ubican los elegidos ascendiendo hacia el cielo, en tanto que a su izquierda aparecen los condenados arrojados al infierno en escenas de gran intensidad. En el sector inferior, Miguel Ángel volcó una visión inquietante del destino de las almas, en la que sobresalen figuras como la barca de Caronte y el demonio Minos, referencias a la mitología clásica integradas al relato cristiano.

El fresco fue objeto de restauraciones y debates a lo largo de los siglos, sea por sus audaces desnudos como por el estado de conservación de colores y detalles. A fines del Siglo XVI, las figuras más expuestas fueron cubiertas parcialmente por orden de la Iglesia, tarea ejecutada por el pintor Daniele da Volterra. Luego el fresco fue objeto de diversas limpiezas y restauraciones, la más importante entre 1990 y 1994, que reveló los colores originales del fresco.

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